Tal vez por el simple motivo de que se supone que las mujeres somos más comprensivas, más sensibles, siempre en constante contacto con nuestro lado más frágil, las películas románticas no solo suelen estar dirigidas al público femenino, sino que también la protagonista tiende a ser una mujer.
Sí, la típica mujer exitosa en su trabajo, inteligente, divertida, pero que es incompetente para salir con un hombre y lograr que su relación perdure más allá de la corta vida de una rosa, o por el otro lado, encontramos a la mujer que se debate, como si fuera una decisión que acabara con las guerras o la hambruna mundial, entre dos hombres. Ok, podemos decir que estas son las premisas básicas de este tipo de films de estructura similar y con final feliz incluido, aunque también puede haber algunas variantes.
Pero en el caso de Los Fantasmas de mi Ex no se trata de una mujer, sino de un hombre que acapara el protagonismo de una película que mezcla romance y risas, pero que vuelve a caer en el lugar común, aunque esto no quiere decir que por eso la película en cuestión deja de ser atrayente.
Connor (Matthew McConaughey) es exitoso en el trabajo, se podría decir también que en la vida, pero en especial con las mujeres. Se podría decir exitoso, como también se podría decir mujeriego sin arreglo. Y sí, en algún momento alguien tenía que darle una lección. Y esta lección viene en forma de espíritu: el fantasma de su tío Wayne (Michael Douglas) que se aparece en plena boda de su hermano menor para demostrarle algunas cositas al estilo de Charles Dickens, porque no tardarán en aparecer los fantasmas del pasado, presente y futuro (en forma de novias) para que Connor se de cuenta de lo que ha venido haciendo.
Además, en el camino se volverá a cruzar con su primer gran amor, una mujer (Jennifer Garner) a la que conoce desde la niñez y que ahora nota que jamás ha podido superar. ¿Será capaz de pedirle perdón? ¿Existirán para él las segundas oportunidades?
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